¿A quién no le ha entrado ganas de reirse en una iglesia? A todo el mundo. Pues eso es lo que más o menos nos ha pasado alguna vez en la vida a los que hemos hecho radio. He dicho mal, alguna vez no, más de una y de dos veces.
Pero recuerdo la más graciosa de todas, las que tuvimos que cortar incluso la emisión (menos mal que era un programa en clave de humor). Fue en uno de los "Furgolines", cuando se enciende el pilotito rojo y se vé que en uno de los auriculares había un ruido raro. Total, que en pleno directo, el tertuliano dijo aquello de "¡aquí tengo un pito, ojú que pito tengo, tengo un pito inmenso!", con la consiguiente sorpresa de todos, y la posterior reacción de la carcajada de turno. Tal fue el grado de risa que se tuvo que cortar la emisión, irnos a publicidad y volver cuando a este hombre se le bajo el pito. Perdón, quise decir, cuando se le quito el ruido. "En qué estaría yo pensando".
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