Esta anécdota ocurrió en mi época oscura en el periodismo, cuando hacía informativos. No es que tenga nada contra los compañeros de informativos, simplemente que mi pase a esta sección se hizo con nocturnidad, alevosía y además con mala leche. Pero eso lo contaré en otra ocasión.
Teníamos que cubrir unas Jornadas Gastronómicas de una Semana de Cine de Terror que se celebraban en Estepona. Y como es normal en estos sitios, a los medios de comunicación que tenemos que cubrir estos eventos por cojones, se nos trata con la punta del pie, es decir, como una auténtica mierda.
Nos pusieron apartados, junto con varios trabajadores de esta semana de cine (azafatas y gente de protocolo). Eso sí, comimos la misma comida que todos los invitados. Pero recuerdo que la comida fue tan ridícula y tan escasa que cuando terminamos de aquel almuerzo, nos tuvimos que meter en un conocido restaurante de comida rápida para matarnos el hambre.
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