miércoles, 26 de mayo de 2010

¡Cómo han cambiado los tiempos!

Después de unos días (muchos diría yo) fuera de aquí, vuelvo a esta ventana tras un tiempo donde he intentado desconectar de todo, y creerme, lo he conseguido.
He cumplido una de mis promesas que prometí hace tiempo y que he realizado con sumo gusto, como es el ir a comer un buen chuletón argentino con un amigo mío; al que dicho sea de paso, no le van bien las cosas en cuanto a la salud.
Pues una vez acordado el día, rumbo a Rota (Cádiz) para comer. 
Mirad, no es la primera vez que piso la Base Naval; pero cada vez que entro allí siento curiosidad por muchas cosas. 
La verdad es que escogí un día raro para entrar en la Base. La tranquilidad de que el máximo exponente de la Armada Española, el portaaviones Principe de Asturias, estuviese fuera con motivo del Día de las Fuerzas Armadas (incluyendo su flotilla de Harriers y Sirkoskys);  se contradecía con la Seguridad Naval y el movimiento que había alrededor del puerto para recibir a la Ministra, que a su vez recibía al Buque Castilla tras su misión humanitaria en Haití.
Pero en este corto espacio temporal que estuve en un recinto militar, pude observar dos cosas:  La primera que el Ejercito ya no es como era. Ahora las jerarquías únicamente sirven para definir el posicionamiento de cada uno; así pues el Almirante sabe que tiene que ejercer de Almirante; el Comandante de Comandante, el Marinero de Marinero, y si me apuran hasta el Polizón tiene que saber ejercer de Polizón.
Fue curioso ver entrar a un Contraalmirante en el bar, pedir un paquete de tabaco (americano obviamente), pagar y marcharse sin que nadie se pusiese firme.
La segunda de las cosas que pude observar es algo que no se debería de perder en la vida, y que curiosamente hecho de menos en esta profesión del periodismo y más concretamente en mi trabajo, el COMPAÑERISMO.
Por eso comento en el titular que los tiempos han cambiado. Pero han cambiado en todos los sentidos.

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