El Viejo Continente se ha impuesto a Estados Unidos en una de las competiciones más grandes del mundo del golf, la Ryder Cup.
Desde que en 1985 Europa consiguiese alzarse con la Copa después de muchos años, el golf español siempre ha sido protagonista. En aquella edición nada menos que cuatro españoles (Ballesteros, Cañizares, Piñero y Rivero) estaban entre los doce componentes del equipo ganador.
Con anterioridad, otro español, Antonio Garrido fue el primer español y uno de los primeros no-britanicos en disputar este torneo.
En el año 87 con tres españoles (Ballesteros, Cañizares y Chema Olazabal) se conseguía por primera vez ganar en territorio comanche, en Estados Unidos.
Seve Ballesteros ha sido Santo y Seña en esta competición, al conseguir que por primera vez la Ryder se jugase en un campo fuera de las Islas Británicas y de Estados Unidos, trayendoselo a España; más concretamente a Valderrama en la provincia de Cádiz. En aquella Ryder de Valderrama estaban Olazabal como jugador, Ballesteros como Capitán y Miguel Angel Jiménez como Vicecapitán. Otro español pudo estar allí.
El onubense Miguel Angel Martín quedó excluido de aquel equipo por decición del Capitán. Y es que ser Capitán es complicado, como me dijo en su dia Collin Montgomery "tienes que dejar fuera a compañeros y amigos con los que estas jugando semana tras semana".
En la edición de este año Montgomery ha dejado fuera a Sergio García, aunque le ha dado protagonismo como Vicecapitán. Sin embargo, el golf español ha vuelto a triunfar gracias a un malagueño, Miguel Angel Jiménez. Un tipo que, a pesar de sus 46 años, ha dado dos puntos vitales para Europa; ha ganado 18 torneos del circuito europeo (tres de ellos este año); y que fuera de un campo de golf es felíz, preparando una paella, fumándose un puro (habano para ser más exacto), o comiéndose un espetito de sardinas en un chiringuito cercano a su Churriana natal, y todo ello sin hacerle daño a nadie.
Jiménez es el último jugador que no es niño de papa, es decir, que no se ha forjado en el golf en una escuela. Miguel Angel llegó a un campo a ganarse unas pelillas, paso a ser su hobby, y más tarde su profesión, para convertirse en uno de los grandes y dejar al golf español en general y a su tierra malagueña en particular en todo lo más alto del panorama mundial.
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